Arca, entrañas, sangre y pasión

No es casualidad que Arca haya utilizado su nombre artístico para titular su nuevo disco. El venezolano explora en él su voz y recupera la música popular de su país en una vuelta al propio origen, cuando de adolescente firmaba música casi ambiental como Nuuro. El tercer trabajo de Alejandro Ghersi sigue sumergiéndose en los sonidos oscuros, aunque su discurso sonoro es aquí más directo y un poco más (ejem) accesible. Pero sobretodo más personal.

Mientras que en los dos primeros discos Arca desplegaba un sonido apocalíptico e industrial de caóticos ritmos metálicos, para este nuevo trabajo ha decidido mirar al interior. Traspasar la piel y la carne y llegar hasta las entrañas para entregar canciones íntimas y viscerales, vívidamente dolorosas. Con la misma facilidad de siempre para construir paisajes perturbadores, en este trabajo lo grotesco ha dado paso a lo pasional.

Desde que el disco se abre con “Piel”, Ghersi va descubriendo su propio registro vocal entre dramático y susurrante, y cómo la voz fluye por encima del piano disonante y los ritmos que forman parte de su imaginería personal: rotos, asincopados. Y para dar más emoción, Arca llena las canciones de silencios sobrecogedores. Espacios en blanco por los que se cuelan escalofríos heladores.

El dramatismo que impregna la voz se filtra hasta las letras, en las que vuelve a mirar al folklore de su país de nacimiento. Letras ardientes que dan una vuelta de tuerca retorcida al picarón merengue o versos que se miran en la canción llanera. “Cuando el amor llega así de esta manera”, canta en “Reverie”, tomando prestada la frase de la universal “Caballo viejo” de Simón Díaz. Letras que hablan de amantes, de violencia y de sangre. De entrañas.

En su tercer largo, Arca abandona el sonido imponente de Xen y Mutant para entregar un disco provocador, emocional y tremendo. Un disco casi de cantautor atormentado, en el que Ghersi se abre en canal para dejar brotar un impactante torrente de sentimientos. Algunos de ellos bastante incómodos, por cierto.

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