En algún punto entre la minuciosidad de un documental de National Geographic y el impacto de una escena sangrienta de Quentin Tarantino. Justo ahí está el vídeo que Alt-J acaban de estrenar para su nuevo tema «In Cold Blood». Lo que empieza con la simpática historia de la cámara siguiendo a un ratoncito de bosque curioso, desemboca en una escena oscura y perturbadora justo después de un tiroteo, en un quiebro que también se reproduce en la canción, segundo adelanto de Relaxer (el que será el tercer trabajo de los británicos).

Intrincada, sorprendente o elusiva son adjetivos que pueden aplicarse a la música de Alt-J, que desde sus inicios han cuidado mucho de que su imagen visual reflejara fielmente la atmósfera de sus canciones, confiando en las propuestas de directores muy diversos. Hace cinco años, la historia marcha atrás del americano Ellis Bahl para «Breezeblocks» daba el pistoletazo de salida a una carrera que, aunque corta, ya está llena de videoclips tremendos: desde «Tessellate» (de Alex Southam) o  «Hunger of the Pine» (dirigido por Nabil), hasta el del primer adelanto de Relaxer, «3WW» (casi una mini-película dirigida por Young Replicant).

Para «In cold blood», han decidido dejar el tema en manos del inquieto realizador danés Caspar Balslev, curtido en publicidad y videoclips para artistas como Josef Salvat, Marina and the Diamonds o MØ. Por lo que se puede ver en su blog, Balsev es un amante de las imágenes poderosas y efectivas, con un punto retorcido o incómodo. Y justo así ha trasladado la canción a imágenes, con un resultado delicioso y desagradable a la vez. Para dar más empaque al vídeo, Iggy Pop se encarga de poner la voz a la narración del inicio y a ese vigoroso y aterrador «Enemies are everywhere».

En tres discos, Alt-J se han ganado fama de acompañar sus canciones de videoclip inquietantes. Estos son, quizá, sus tres vídeos más perturbadores.