¿Y ahora qué hacemos con Hugh Hefner?

El hombre que convirtió la revolución sexual en un espectáculo muy lucrativo ha fallecido a los 91 años. Hugh Hefner, fundador de la revista Playboy, fue un personaje controvertido pero a la vez, innegablemente, un visionario. Sacó el porno de la clandestinidad, exaltando el erotismo, mientras sentaba las bases de la cosificación de la mujer. El 1 de diciembre de 1953, se publicó el primer número de la revista Playboy con Marilyn Monroe en la portada. Había empezado la lucha contra el puritanismo y nacía del mito de la mujer libertina con curvas de escándalo.

Playboy proporcionaba al hombre blanco heterosexual de los años 50 un nuevo enfoque a su sexualidad, con la ilusión de mujeres clónicamente bellas y sexualmente serviciales. Para la revolución sexual de la mujer aún quedaba una década pero, en cuanto la alcanzara, tendría que hacer frente al estereotipo de “conejita playboy como imagen de mujer liberada sexualmente. Por más que Hugh Hefner propugnara que lo suyo era liberación feminista (¡ja!), su modelo se basaba (y lo sigue haciendo) en la representación de una mujer idealizada y siempre al servicio sexual del varón. Modelo que sigue formando parte de nuestra cultura, de los medios de comunicación y de la música.

En 1998, Tori Amos dedicaba su canción “Playboy Mommy” a la anónima chica de pueblo que se exhibe para lascivo deleite ajeno, en una crítica al estilo de vida promovido por la revista de Hefner. El año anterior, U2 utilizaba la famosa Mansión Playboy como representación del materialismo, pero a la vez del paraíso soñado, creando analogías con la simbología religiosa. Y aunque Hugh Hefner ha sido tachado de machista con más o menos vehemencia, parece que es difícil hacerle ascos a la imagen poderosa de la revista de las conejitas y al impacto de su imperio en cualquier labor de promoción.

En 2003, Neko Case fue elegida por la revista Playboy como Sexiest Babe in Indie (la más sexy en esto del indie). En una entrevista que publicó la revista a cuento de esta distinción, se declaró “feliz por haber ganado”, pero declinó posar para el medio para evitar que la anécdota eclipsase su carrera musical. Hubo que esperar hasta 2014 para que Case, reconocida feminista, se mostrase menos tibia. Ese año tuvo un encontronazo con Playboy, que mencionaba que “la artista está rompiendo moldes en lo que una mujer en la industria de la música debería ser”, a lo que ella respondió airada, quejándose de la utilización del género como nicho de mercado.

En nuestros días, en los que el feminismo ha adoptado la postura del “todo vale”, el empoderamiento de la mujer se basa en que cada una, de forma individual, tome sus decisiones en libertad. Y decida libremente posar para Playboy, si quiere, sin tener en cuenta el contexto ni las consecuencias de la perpetuación de un dañino modelo sexista, para inmediatamente abogar por la igualdad de derechos entre géneros. Halsey tuvo que lidiar con críticas tras aparecer en su portada. Y aunque ella se defendiera apelando a la libertad y la multi-dimensionalidad de cada mujer, está claro que Hefner gana. Su revista, su creación más preciada, la que le llevó a su vida de lujuria y excesos, su Mansión Playboy y sus conejitas, finalmente va camino de ser aceptada dentro del ideario de una parte del feminismo. Aunque su concepción de la mujer no se haya movido un ápice desde 1953.

Así que ahora, cuando toca hacer balance de su vida y de sus contribuciones a la sociedad, la pregunta es sencilla: ¿qué hacemos con Hugh Hefner: vilipendiarlo o elogiarlo?

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