A cuchillo: los 10 mejores discos de 2017. El 10.

10. Lowly – Heba

En inglés hay una palabra que, en términos musicales, deberíamos importar más pronto que tarde, porque no tiene traducción en nuestro idioma y es, básicamente, imprescindible. Dice el Collins que un «grower» es «una pieza musical que inicialmente es poco impresionante pero que se vuelve más agradable a cada nueva escucha». Si no viviéramos en la época de consumir 30 discos a la semana, descubriríamos el placer de dejar que un «grower» llegue a desarrollar su potencial y disfrutaríamos mucho más de verlo desplegarse en nuestros oídos. Heba, el debut largo de los daneses Lowly, es un grower de manual.

En las primeras escuchas parece una mezcla poco sorprendente de Björk, Likke Li y el Kid-A de Radiohead. Capas y más capas de melodías bonitas y arreglos bonitos, pero nada extraordinario, emocionante o especialmente conmovedor. Un día, con la paciencia de un cultivador (que por algo en inglés también es un grower), aparecen unos brotes en forma de un juego de voces precioso aquí o una melodía especialmente brillante allí. Una canción sobresale. Pronto son un par más. Y de pronto, el disco de Lowly es un continuo loop de pop cercano a Alt-J, también dibujado a escuadra y cartabón, pero con el encanto y el desparpajo suficiente para no parecer solamente un milimétrico juego de sonidos bien construido, sino un exquisito disco de canciones que abarcan varios sub-géneros: de la electrónica al folk.

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